A la crisis humanitaria provocada por la guerra en Siria se suman las catastróficas consecuencias, directas e indirectas, que el conflicto bélico está provocando sobre el rico patrimonio cultural de un país que ha sido cuna de civilizaciones y crisol de culturas históricas. Las destrucciones perpetradas por el ISIS en antiguas ciudades como Palmira (Siria) o Nimrud (Irak) han abierto noticiarios y copado las portadas de los medios internacionales. Sin embargo, la tragedia de la guerra para el patrimonio no acaba aquí, sino que, como sucediera ya antes en Irak, el patrimonio arqueológico sirio se expone ahora al azote silencioso del expolio y los saqueos para el tráfico ilícito de bienes culturales.
Isber Sabrine, arqueólogo de origen sirio exiliado en España y, actualmente, colaborador del Grupo de Arqueología de las Dinámicas Sociales de la IMF-CSIC, fundó en marzo de 2013 la ONG Heritage for Peace (Patrimonio por la paz) con sede en Girona, ciudad en la que realizaba sus estudios doctorales. Desde Heritage for Peace promueven acciones para la salvaguarda del patrimonio cultural sirio, así como para favorecer el diálogo entre los propios sirios, de cualquier religión o grupo étnico, para que la protección de su patrimonio común sirva al mismo tiempo como herramienta para la paz y la reconciliación.
Las imágenes aéreas son reveladoras. El entorno de yacimientos arqueológicos siros aparece hoy minado por los agujeros y pozos que las cuadrillas de saqueadores excavan en busca de materiales para abastecer al mercado negro de antigüedades. Una práctica ilegal, organizada en la sombra por grupos especializados y mafias internacionales y cuyos pingües beneficios podrían estar sirviendo en parte para financiar el terrorismo. En las últimas semanas, la aparición de Isber Sabrine (Heritage for Peace) en diversos medios de comunicación (BBC, El País, Heraldo) ha llamado de nuevo la atención sobre este grave problema. El expolio de restos arqueológicos provocado por las excavaciones ilegales implica además una irreparable pérdida de información para la investigación científica, pues destruye para siempre el contexto original de los yacimientos. Desde la red internacional de voluntarios de Heritage for Peace se intentan documentar los daños. Actualmente, impulsan también contactos con algunos imanes, que cuentan con autoridad en las zonas afectadas, para buscar su apoyo como mediadores en ese doble objetivo de emplear la protección del patrimonio como herramienta para la convivencia pacífica.

Juan José Ibáñez (Investigador Científico de la IMF-CSIC) conoce bien esta triste realidad que sufre el patrimonio cultural de Siria. Las investigaciones llevadas a cabo por su equipo en el yacimiento sirio de Tell Qarassa Norte han proporcionado, hasta la fecha, las pruebas más antiguas de la domesticación de tres especies de cereales (cebada y dos tipos de trigos -la escaña y el farro-), lo que sitúa los orígenes de la agricultura hace 10.500 años (Leer artículo completo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences - PNAS). Sin embargo, el estallido de la guerra ha imposibilitado la continuidad del trabajo de campo en territorio sirio, si bien prosiguen los análisis en laboratorio y el contacto con algunos de sus colaboradores, que aún permanecen en Damasco.
En la actualidad, su equipo centra su atención en el estudio del yacimiento de Kharaysin (Jordania), que está aportando nuevos datos, incluyendo abundantes restos de leguminosas, que permitirán comprender mejor cómo fueron los orígenes de la agricultura en el Próximo Oriente.